Re: GABRIELA PEREZ DEL SOLAR EN EL SALON DE LA FAMA Y EN EL
Publicado: 22 May 2010, 09:18
LA ENTREVISTA
Gabriela Pérez del Solar
“A Alan García le cayó del cielo que fuéramos subcampeonas”
Gabriela Pérez del Solar, 'Gaby’, es una de las grandes de nuestro vóley. Por ello se ganó el cariño de un país y acaba de ingresar al Salón de la Fama del Vóley. Con algo más de 40 años, es congresista de la República y pronto será mamá de su segunda niña. Sin duda, una vida plena. Aquí su voz.
El deporte nació como una obligación que me impusieron mis papás desde los seis años, porque ya era una niña muy alta; entonces, se preocuparon por cómo iba a crecer. Siempre buscaron que no tuviese ningún trauma por mi talla. Me metieron a la gimnasia, pero llegó un momento en que mis piernas se enredaban cuando hacía aspas de molino (risas). Luego pasé a jugar básquet”. Gabriela Pérez del Solar Cuculiza, nuestra querida 'Gaby’ del equipo subcampeón olímpico en Seúl 88, nos habla de sus inicios en el deporte.
¿La molestaban por su tamaño?
Sí… hasta que fui famosa; entonces, todos los que me molestaban estaban allí sobando, sobando (risas). Yo era tamaño del aro de minibásquet; las chiquitas del otro equipo me jalaban el pelo y yo terminaba llorando (risas).
¿Tenía talento para el vóley o Man Bok Park la formó?
Si yo no hubiera caído en sus manos, no habría llegado a donde llegué, pero también hay mucho de mi parte. Era una niña de trece años y, cuando todas se iban, yo me quedaba a entrenar. Man Bok tuvo mucha paciencia porque yo era bien alta, un poco descoordinada y no sabía jugar, pero él insistió. Hubo momentos en que quise tirar la toalla, pero allí entraban mis papás a apoyarme, a motivarme, a darme la oportunidad de elegir. No fue fácil.
¿Qué tan buen entrenador era Man Bok? ¿El mejor de su época?
Fue muy importante en su época. Ahora, las posiciones y los sistemas son distintos. Nosotras no nos sentábamos a ver un video del rival. Ahora una entra a la cancha como un robot. Hay poca imaginación, creatividad o visión. Antes primaban la inteligencia y la técnica; hoy, la potencia. Yo tuve la suerte de vivir las dos épocas.
¿Su personalidad fue moldeada por Man Bok y por el deporte?
Sí. Yo soy muy disciplinada, hasta cuadriculada. Si digo a las 8, son 7 y 50. Y también soy así en mi vida privada… creo que exagero (ríe). Todo es parte de lo que me dieron Man Bok y el vóley: hacer siempre las cosas bien.
Además de haber pasado 16 años en Italia, ¿qué más le dio ese país?
Unos sobrinos maravillosos. Mi hermana se fue conmigo y, a los pocos meses, se casó y hoy vive allá. Italia me dio la tranquilidad económica, la posibilidad de invertir en el Perú… y me dio triunfos porque gané campeonatos italianos y europeos.
Fue una de las primeras en invertir en el Valle Sagrado…
Yo me enamoré del lugar en el 97. Mi hotel se llama Pakaritampu. El Valle Sagrado no era un destino turístico, solo un lugar de tránsito. Felizmente, hoy ya no es así: tenemos la estación del tren, varios hoteles y rutas turísticas para que la gente se quede. Cusco, además, es especial porque aquí ganamos nuestro último Sudamericano contra Brasil (en el 93) y jugué mi último partido con la selección.
No le gusta perder…
A ninguna de las jugadoras de mi generación.
¿En el partido contra la Unión Soviética faltó garra?
No, garra nos sobraba. Debimos cerrar antes el partido, creíamos que ya habíamos ganado. Estábamos confiadas y cansadas; no fue culpa ni de Man Bok ni del preparador físico. Nosotros no esperábamos llegar a la final, y ese partido lo estábamos ganando fácil, pero las rusas reaccionaron.
Estamos orgullosos de ustedes…
Nosotras no estamos contentas con la medalla de plata. Es un premio importante, pero la tengo bien guardadita. Por más que nos hayan recibido maravillosamente y nos reconozcan y nos quieran y seamos parte de la historia del Perú, la realidad es que perdimos.
Fueron nuestra alegría en medio de la violencia y la crisis económica…
Yo siempre digo que a Alan García le cayó del cielo que fuéramos subcampeonas olímpicas. Su gobierno tenía la economía hasta el perno, todo era un caos: la violencia, las colas... Por eso nos quiere tanto la gente, porque le dimos una razón para sentirse orgullosa de ser peruana.
Hábleme de Matadoras…
La miniserie la produce Michelle Alexander y trata sobre las vidas de quienes integramos el equipo de vóley. ¿Actúo? No le puedo contar la historia porque me matan (risas).
Ustedes representaban al Perú y a su diversidad cultural, étnica…
Al comienzo fue un poco difícil porque yo no soy racista –mi mamá es huanuqueña, nací en una provincia–, pero sí sentí un poco de racismo de ellas hacia mí. Claro, al comienzo. Me hicieron pagar mucho piso: por ser blanca, por vivir en Miraflores, por los ojos azules de mi mamá, por ser socia del Regatas… sonseras. Yo, al final, era igual que ellas, pero sentí el racismo del otro lado. Pero terminamos siendo amigas.
¿Por sus logros?
Y porque crecimos. La convivencia, las metas en común, nos unieron. Somos un país diverso y esas miradas suspicaces se dan en todos lados, hasta en el Congreso. Por eso debemos desterrar la pobreza, porque es ella la que origina este resentimiento, estas envidias.
Se han demorado en incorporarla al Salón de la Fama del Vóley…
(Ríe). No es fácil ingresar. La primera fue Cecilia (Tait), en 2005. Espero que no pasen cinco años más para que ingrese la mayoría del equipo peruano del 88. Todas se lo merecen. Si Rosa no me hubiera levantado buenas bolas, yo no estaría dándole esta entrevista. Yo lo veo como posible porque del equipo soviético hay como diez… además, yo voy a molestar y molestar.
Es un referente para los peruanos. ¿Siente esa carga?
Es una responsabilidad, trato de tener una vida ejemplar, de hacer las cosas bien. Nunca he hecho escándalos ni los voy a hacer, pero no es algo que me cueste. Yo sé que soy un ejemplo para muchos peruanos, y tengo que estar a la altura. No es un sacrificio.
Fuente: Perú21
Gabriela Pérez del Solar
“A Alan García le cayó del cielo que fuéramos subcampeonas”
Gabriela Pérez del Solar, 'Gaby’, es una de las grandes de nuestro vóley. Por ello se ganó el cariño de un país y acaba de ingresar al Salón de la Fama del Vóley. Con algo más de 40 años, es congresista de la República y pronto será mamá de su segunda niña. Sin duda, una vida plena. Aquí su voz.
El deporte nació como una obligación que me impusieron mis papás desde los seis años, porque ya era una niña muy alta; entonces, se preocuparon por cómo iba a crecer. Siempre buscaron que no tuviese ningún trauma por mi talla. Me metieron a la gimnasia, pero llegó un momento en que mis piernas se enredaban cuando hacía aspas de molino (risas). Luego pasé a jugar básquet”. Gabriela Pérez del Solar Cuculiza, nuestra querida 'Gaby’ del equipo subcampeón olímpico en Seúl 88, nos habla de sus inicios en el deporte.
¿La molestaban por su tamaño?
Sí… hasta que fui famosa; entonces, todos los que me molestaban estaban allí sobando, sobando (risas). Yo era tamaño del aro de minibásquet; las chiquitas del otro equipo me jalaban el pelo y yo terminaba llorando (risas).
¿Tenía talento para el vóley o Man Bok Park la formó?
Si yo no hubiera caído en sus manos, no habría llegado a donde llegué, pero también hay mucho de mi parte. Era una niña de trece años y, cuando todas se iban, yo me quedaba a entrenar. Man Bok tuvo mucha paciencia porque yo era bien alta, un poco descoordinada y no sabía jugar, pero él insistió. Hubo momentos en que quise tirar la toalla, pero allí entraban mis papás a apoyarme, a motivarme, a darme la oportunidad de elegir. No fue fácil.
¿Qué tan buen entrenador era Man Bok? ¿El mejor de su época?
Fue muy importante en su época. Ahora, las posiciones y los sistemas son distintos. Nosotras no nos sentábamos a ver un video del rival. Ahora una entra a la cancha como un robot. Hay poca imaginación, creatividad o visión. Antes primaban la inteligencia y la técnica; hoy, la potencia. Yo tuve la suerte de vivir las dos épocas.
¿Su personalidad fue moldeada por Man Bok y por el deporte?
Sí. Yo soy muy disciplinada, hasta cuadriculada. Si digo a las 8, son 7 y 50. Y también soy así en mi vida privada… creo que exagero (ríe). Todo es parte de lo que me dieron Man Bok y el vóley: hacer siempre las cosas bien.
Además de haber pasado 16 años en Italia, ¿qué más le dio ese país?
Unos sobrinos maravillosos. Mi hermana se fue conmigo y, a los pocos meses, se casó y hoy vive allá. Italia me dio la tranquilidad económica, la posibilidad de invertir en el Perú… y me dio triunfos porque gané campeonatos italianos y europeos.
Fue una de las primeras en invertir en el Valle Sagrado…
Yo me enamoré del lugar en el 97. Mi hotel se llama Pakaritampu. El Valle Sagrado no era un destino turístico, solo un lugar de tránsito. Felizmente, hoy ya no es así: tenemos la estación del tren, varios hoteles y rutas turísticas para que la gente se quede. Cusco, además, es especial porque aquí ganamos nuestro último Sudamericano contra Brasil (en el 93) y jugué mi último partido con la selección.
No le gusta perder…
A ninguna de las jugadoras de mi generación.
¿En el partido contra la Unión Soviética faltó garra?
No, garra nos sobraba. Debimos cerrar antes el partido, creíamos que ya habíamos ganado. Estábamos confiadas y cansadas; no fue culpa ni de Man Bok ni del preparador físico. Nosotros no esperábamos llegar a la final, y ese partido lo estábamos ganando fácil, pero las rusas reaccionaron.
Estamos orgullosos de ustedes…
Nosotras no estamos contentas con la medalla de plata. Es un premio importante, pero la tengo bien guardadita. Por más que nos hayan recibido maravillosamente y nos reconozcan y nos quieran y seamos parte de la historia del Perú, la realidad es que perdimos.
Fueron nuestra alegría en medio de la violencia y la crisis económica…
Yo siempre digo que a Alan García le cayó del cielo que fuéramos subcampeonas olímpicas. Su gobierno tenía la economía hasta el perno, todo era un caos: la violencia, las colas... Por eso nos quiere tanto la gente, porque le dimos una razón para sentirse orgullosa de ser peruana.
Hábleme de Matadoras…
La miniserie la produce Michelle Alexander y trata sobre las vidas de quienes integramos el equipo de vóley. ¿Actúo? No le puedo contar la historia porque me matan (risas).
Ustedes representaban al Perú y a su diversidad cultural, étnica…
Al comienzo fue un poco difícil porque yo no soy racista –mi mamá es huanuqueña, nací en una provincia–, pero sí sentí un poco de racismo de ellas hacia mí. Claro, al comienzo. Me hicieron pagar mucho piso: por ser blanca, por vivir en Miraflores, por los ojos azules de mi mamá, por ser socia del Regatas… sonseras. Yo, al final, era igual que ellas, pero sentí el racismo del otro lado. Pero terminamos siendo amigas.
¿Por sus logros?
Y porque crecimos. La convivencia, las metas en común, nos unieron. Somos un país diverso y esas miradas suspicaces se dan en todos lados, hasta en el Congreso. Por eso debemos desterrar la pobreza, porque es ella la que origina este resentimiento, estas envidias.
Se han demorado en incorporarla al Salón de la Fama del Vóley…
(Ríe). No es fácil ingresar. La primera fue Cecilia (Tait), en 2005. Espero que no pasen cinco años más para que ingrese la mayoría del equipo peruano del 88. Todas se lo merecen. Si Rosa no me hubiera levantado buenas bolas, yo no estaría dándole esta entrevista. Yo lo veo como posible porque del equipo soviético hay como diez… además, yo voy a molestar y molestar.
Es un referente para los peruanos. ¿Siente esa carga?
Es una responsabilidad, trato de tener una vida ejemplar, de hacer las cosas bien. Nunca he hecho escándalos ni los voy a hacer, pero no es algo que me cueste. Yo sé que soy un ejemplo para muchos peruanos, y tengo que estar a la altura. No es un sacrificio.
Fuente: Perú21